
La organización reclama a la Administración controles en el etiquetado de cítricos para no engañar con el origen y vender como propios cítricos de Egipto, Marruecos o Turquía.
El etiquetado de cítricos indebido lleva a confusión a los consumidores
Con la llegada de partidas de naranjas procedentes de Egipto, Marruecos y Turquía a algunos almacenes españoles, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) ha mostrado su preocupación por la falta de reciprocidad de estas importaciones. Además, suponen una amenaza para el mercado local a causa de un etiquetado indebido o confuso. Esto lleva a los consumidores a adquirirlas pensando que se trata de naranjas locales cuando en realidad son foráneas.
Por tanto, la organización agraria pide que se dé prioridad a las naranjas valencianas y españolas, ya que son las que se hallan en óptimo grado de maduración y garantizan los máximos estándares de frescura, calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad medioambiental.
Debido en parte a la sequía, nos encontramos con una disminución de cosecha citrícola en toda la cuenca mediterránea, lo que conllevaría en una subida de precios. No obstante, AVA-ASAJA ha detectado en los últimos días cargamentos de terceros países (naranjas egipcias, naranjas de Turquía y mandarinas de Marruecos) con el objetivo de ganar márgenes comerciales y utilizarlos para presionar los precios en origen de los cítricos locales a la baja.
Debemos priorizar el consumo de naranjas y mandarinas valencianas
Por su parte, el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, insta a defender nuestro producto y anteponerlo a importaciones, tal como hacen otros países como Francia e Italia. Expresa que debemos “priorizar el consumo de nuestras naranjas y mandarinas”.
Aguado también reclama a la Administración controles más exhaustivos en el etiquetado de los cítricos en los puntos de venta. Es importante que el país de procedencia esté identificado claramente y no confunda vendiendo como propios cítricos de Egipto, Marruecos o Turquía. Estos están cultivamos normalmente en condiciones laborales miserables, sin tantas exigencias medio ambientales y con materias prohibidas dentro del marco europeo.
Insiste en que el consumidor debe poder diferenciar a simple vista el producto europeo del no europeo, de forma que se le permita elegir la opción más beneficiosa para su salud, así como para la prosperidad económica europea, la autosuficiencia alimentaria, la fijación de población rural y la lucha contra el cambio climático.