Estrés térmico en cultivos y cómo combatirlo

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Con la llegada del invierno y la bajada brusca de las temperaturas, los cultivos experimentan una serie de cambios fisiológicos y bioquímicos para intentar adaptarse y minimizar el daño celular. Este fenómeno es conocido como “estrés térmico”.

El estrés térmico que padecen los cultivos en condiciones atmosféricas adversas, hace que se formen pequeños cristales de hielo en el exterior de las células. De la misma forma, se limitan los procesos metabólicos básicos de la planta como la fotosíntesis, la respiración o la absorción de nutrientes esenciales y agua. 

Como consecuencia, los cultivos sometidos a esta clase de estrés térmico sufren mermas en su crecimiento que afectan y retrasan procesos esenciales como la floración, el desarrollo y la fructificación. Lo que supone pérdidas en la cantidad y calidad de la cosecha.

¿Qué hacer ante estos episodios de estrés térmico?

Por desgracia, no podemos controlar los cambios bruscos de temperaturas. Pero, lo que sí podemos hacer es preparar nuestros cultivos para que no sufran unas consecuencias tan drásticas. ¿Cómo? Como dice el refrán, más vale prevenir que curar.

La prevención pasa por un conjunto de prácticas culturales que incluyen la selección de variedades adecuadas, el manejo de la nutrición, el mantenimiento de las cubiertas limpias de hierba o el llamado riego inteligente para generar un ambiente lo más húmedo posible.

Además, existen algunas acciones (estrategias activas) que podemos llevar a cabo como el uso de calefactores o estufas. Estos sistemas generan aire caliente que asciende hasta las capas más altas mezclándose con el aire frio y proporcionando así una temperatura media. El aire, además, se vuelve más denso y desciende creando un patrón de circulación constante de calor.

Otra manera de calentar el aire es a través de cubiertas térmicas. Mediante su carga infrarroja hace que los cambios nocturnos de temperatura no seas tan bruscos, así como almacena la radiación durante el día. 

Con respecto al agua, por medio de sistemas de riego dirigidos por aspersores, se puede transferir el calor al aire. Esto se debe a que la temperatura del agua que se esparce es superior a la del aire y la de las plantas de cultivo. De esta forma, el agua transfiere su calor al aire y a la planta creando un microclima, liberando energía de calor y creando una barrera de hielo que protege de posibles daños al tejido vegetal.

Nuestra última recomendación es la aplicación de bioestimulantes. Pueden favorecer a aumentar la resistencia de los cultivos y ayudarles a superar este estrés generado por el frío. El aporte de aminoácidos, por ejemplo, es esencial para la estimulación energética y activación de procesos metabólicos en los momentos de mayor demanda de la planta. 

Coarval te asesora de forma personalizada según las necesidades de tus cultivos

Todos los cultivos, ya sean hortícolas, frutales o leñosos crecen y se desarrollan en un rango óptimo de temperaturas máximas y mínimas. Cada especie vegetal posee una capacidad de tolerancia que puede diferir en función de su variedad o su estado nutricional. Por ello, nuestra recomendación es que, antes de aplicar algún tratamiento, consultes con un experto.

En Coarval disponemos de un asesoramiento técnico de la mano de expertos, así como un servicio de analítica agronómica y multitud de productos de nutrición y defensa vegetal.

Un diagnóstico acertado del suelo o sustrato, agua de riego y hojas (foliares), es esencial para la aplicación de la nutrición óptima según sus necesidades. Si necesitas alguna recomendación personalizada para combatir las consecuencias de las heladas en tus cultivos, te podemos ayudar.

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